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miércoles, 27 de agosto de 2014

The Pokémon Revolution: Capítulo IV

Ya habían conseguido traspasar la frontera entre Kanto y Johto y el Fearow decidió reducir el ritmo, en parte porque ya estarían a salvo y, en parte, porque Rangelus se había quedado dormido sobre su espalda. Quizás, ese fue su mayor error puesto que sus perseguidores consiguieron alcanzarles, después de quedarse rezagados a la altura de Pueblo Paleta.
El Fearow aún no se había dado cuenta de que un grupo de Skarmory le había rodeado hasta que un Ataque Arena le nubló la vista. Con un brusco movimiento hacia abajo, que casi hace caer a Rangelus, consiguió escapar del círculo que habían formado los Skarmory, pero aquel ataque no había acabado aún. El Fearow apenas podía ver mientras se movía de un lado para otro intentando evitar los Tajos Aéreos de sus perseguidores.
Con tanto ajetreo, Rangelus se despertó y no fue unos segundos más tarde hasta que se percató de la situación. Se agarró al cuello del Fearow con fuerza e intentó pensar qué haría un buen entrenador en esa situación, ¿qué haría su padre? No lo había visto luchar mucho, de hecho, jamás lo había visto luchar en persona; pero había visto varios combates por televisión, los había grabado y los había repetido hasta entender su estrategia.
Los Skarmory volvieron a lanzar un ataque todos a la vez, esta vez era Rapidez. Era un movimiento inevitable, por muy rápido que se moviera, las cientos de estrellas que se acercaban velozmente hacia ellos acabarían dándoles y, si eso ocurría, sería su fin.
Rangelus llevaba todo el tiempo intentando recordar cada movimiento, cada gesto de los combates de su padre. Un movimiento, el único movimiento que podría asegurarles salir vivos de esa.
—Fearow, ¡usa Movimiento espejo!
El Fearow creó velozmente un portal mágico, se dio la vuelta y absorbió cada una de las estrellas que se dirigían hacia ellos.
—Genial, ¡Para!
El Fearow se detuvo en seco y todos los Skarmory les adelantaron, mientras sus jinetes les miraban atónitos.
—¡Ahora!
Todas las estrellas empezaron a salir disparadas hacia delante impactando en todos los Pokémon.
Aún se mantenían en el aire y esa estrategia no volvería a funcionar, pero habían conseguido hacerles daño y ahora ellos eran los perseguidores. Los Skarmory se dispersaron para intentar volver a su formación de combate, pero Rangelus ordenó al Fearow que persiguiera a uno de ellos.
Había contado diez enemigos y pensaba acabar con todos uno a uno.
—¡Skarmory, Púas! —se oyó a lo lejos desde el Skarmory al que estaban persiguiendo.
—¡Agilidad! —el Fearow consiguió esquivar todas las púas con un preciso movimiento y ahora estaban más cerca de su presa.
—¡Pico Taladro! —El Pokémon se subió sobre el Skarmory, tirando a su jinete y comenzó a taladrarle la espalda.
Al soltarlo, el Skarmory empezó a caer, debilitado.
—Uno menos.
Uno menos, quedaban nueve y los nueve volvían a estar detrás de ellos mucho más cerca.
Consiguieron alejarse un poco gracias a Agilidad. Se dio la vuelta y se abrió paso entre los Skarmory con otro Pico Taladro. Volvieron a intentar esa estrategia, y una vez más pero, a la cuarta vez, el Fearow estaba muy cansado y más debilitado, ya que algunos Skarmory consiguieron acertar sus ataques.
Los Skarmory volvieron a unir sus fuerzas para lanzar un Tajo Aéreo que acabara con su objetivo de una vez por todas. Esta vez sí que sería definitivo, al Fearow apenas le quedaban fuerzas para batir sus alas.
Al encajar el golpe, el Fearow se quedó sin fuerzas y comenzó a caer en picado. Rangelus también recibió parte del golpe, a pesar de que el Fearow lo protegió con su cuerpo.

Ambos se habían desmayado y caían sin remedio.
lunes, 25 de agosto de 2014

The Pokémon Revolution: Capítulo III

Rangelus pensó que Gabi le seguiría, que no permitiría que le pasara nada, pero no fue así. Miró hacia atrás, pero no estaba. Posiblemente se había dirigido al barco, era lo más sensato, no le culpaba. Volvía a estar solo y tenía que pensar rápido.
jueves, 21 de agosto de 2014

The Pokémon Revolution. Capítulo II


Desde Ciudad Azafrán a Ciudad Carmín no hay mucha distancia y, en apenas dos horas, Rangelus ya veía la luz al final del túnel. El Darmanitan ya había salido y le ofreció su gran puño para ayudarle a subir a la superficie.
Estaban en Ciudad Carmín a pocos minutos al oeste de la cueva Diglett. No había ningún Pokémon sobrevolando su entrada. Quizás se había escondido dentro para no ser descubierto, pero no era así; dentro no había nada más que tierra y basura (los Diglett que solían vivir allí tuvieron que migrar por culpa de los humanos).
Rangelus no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo, pero sabía que tarde o temprano acabarían encontrándolo y quién sabe lo que le harían. Tenía que pensar rápido, encontrar al Fearow y salir de allí. Quizás con la ayuda del Darmanitan lo conseguiría. Rangelus se dio la vuelta para hablar con él, pero tampoco estaba allí. Su misión era llevarle a esa ciudad, lo hizo y se fue. Un Pokémon obediente y precavido, aunque no muy útil en aquella situación. Tendría que arreglárselas solo.
Se dirigió a la ciudad y se escondió detrás de unos árboles pocos metros antes de llegar al puerto, en el que había atracado un buque de carga.
Detrás de él solo había más árboles, pero, por un momento, le pareció oír un susurro, como si alguien le llamara. No le dio importancia pero el sonido seguía y era cada vez más fuerte, hasta que se asemejó a la voz de una persona. Rangelus decidió no moverse y pensar: podía ser una persona, podía ser alguien que le estuviera buscando igual que buscaban a su padre. Al final, le habían encontrado y sí que tendría problemas.
Todas estas ideas le vinieron a la cabeza como el agua de una presa desbordada e, inmerso en sus pensamientos, no le dio tiempo a reaccionar cuando aquella persona le asió del hombro y le empujó hacia atrás. Su primer instinto fue gritar, pero el chico (cuya cara le resultaba extremadamente familiar) le tapó la boca con la mano. En aquel momento pasaron cerca de ellos (aunque no lo suficiente para que los descubrieran) un par de hombres vestidos de negro.
—Por aquí lo encontramos.
—Más te vale que haya algo más, un Pokémon solo no nos sirve de nada.
—Oye, ¿has oído hablar de ese tal Sr. Negro?
Los hombres ya se habían alejado demasiado como para seguir oyendo su conversación más que un murmullo, pero esas palabras eran suficientes para que Rangelus sospechara que fueron ellos quienes atraparon al Fearow, y que tendría problemas si descubrían el túnel por el que había llegado a la ciudad.
Aunque no había pensado mucho en ello, pudo recordar quién era el chico que ahora estaba sentado a su lado.
—Tu padre me dijo que podrías necesitar ayuda.
—¿Ayuda para qué?
—Tu padre piensa que están pasando cosas muy malas y, por algún motivo, cree que tú puedes resolverlo.
—¿Qué insinúas?
—¡Vamos, mírate! No eres más que un niño y ni siquiera tienes un Pokémon.
Eso le recordó al Pokémon que tenía dos años antes, aunque solo estuvo con él unos meses, aunque ni siquiera fue capaz de derrotar a Misty para conseguir su primera medalla, separarse de su Fennekin fue lo más duro que tuvo que hacer jamás.
—No me malinterpretes, Rangelus, pero esto te viene grande. Están pasando cosas que ni siquiera eres capaz de comprender. Será mejor que te vayas lo más lejos posible. Si hace falta te acompañaré hasta que estés a salvo, pero…
Antes de terminar la frase, miró a través de los árboles hacia el camino para ver que los pasos que se escuchaban eran de cuatro hombres vestidos de negro.
—Ya saben que estás aquí. Será mejor que nos demos prisa. ¿Has visto el barco del puerto? Va a Hoenn, allí estarás a salvo.
—No, tengo que salvar a Fearow.
—¿Estás loco?
—Mi padre me dijo que volara con Fearow y es lo que voy a hacer. Mi padre confía en mí y no le defraudaré. Si no quieres acompañarme, me iré yo solo.
Rangelus Se levantó antes de que Gabi Berlitz (un antiguo vecino suyo) pudiera seguir rechistando y se dirigió rápidamente (aunque con sigilo) hacia la ciudad, donde habían cientos de hombres de negro… y el Fearow.

martes, 19 de agosto de 2014

The Pokémon Revolution

Me he dado cuenta de que la historia que estaba escribiendo, Centinelas de la Noche, no tiene ningún futuro, me cuesta mucho trabajo continuar e intentar describir un mundo que no me convence. De modo que voy a abandonarla y a  trabajar en otra historia; mi intención es que esté relacionada con Centinelas de la Noche, Éleon seguirá siendo el protagonista y narraré su vida como Guardián en la Tierra y también aparecerá Zere con un papel similar pero con otras circunstancias.

Mientras trabajo en esta nueva historia y para no dejar el blog abandonado, voy a empezar a publicar otra:
Esta es una historia que empezó a escribir un amigo y no pudo continuarla por culpa de los estudios. Se trata de un fan-fic de Pokémon, así que no tiene mucho que ver con lo que he estado publicando; pero él me pidió que se la publicara y voy a aprovechar este momento para hacerlo, espero que podáis disfrutarla.

Este es el prólogo:

(Televisión)
—Buenas tardes, hace ya dos años de los trágicos acontecimientos de Ciudad Fucsia y Ciudad Carmín y aún se siguen produciendo revueltas de los ciudadanos que se muestran en desacuerdo con las medidas tomadas por el Gobierno de Kanto. Esta misma mañana, la policía ha tenido que intervenir ante la violencia de cientos de personas en Ciudad Azulona, una de las ciudades más afectadas por la falta de Pokémon. Hoy precisamente, solía ser el día en el que, el desaparecido Profesor Oak, entregaba a los niños sus nuevos Pokémon.
»Por otro lado, hoy, el presidente Giovanni ha dado a conocer el nuevo plan…
»Tenemos una noticia de última hora: la policía ha interceptado a un grupo de traficantes con una carga de cientos de Poké Ball al este de Ciudad Celeste. La policía cree que los criminales podrían estar refugiados en la antigua central eléctrica, ahora abandonada. Se conoce que uno de los individuos es un antiguo criador Pokémon. Nada más por ahora. Les mantendremos informados.
»En cuanto al plan de economía…

La madre de Rangelus apagó la televisión como hacía todos los días cada vez que en las noticias dejaban de hablar de Pokémon y los dos siguieron comiendo en silencio.
De repente, empezó a escucharse mucho ruido en la calle; Rangelus y su madre se miraron desconcertados cuando, apenas audible, llamaron a la puerta. La madre de Rangelus se levantó y se acercó lentamente a la puerta y, al abrirla unos centímetros, alguien desde el exterior golpeó la puerta con tal fuerza que asustó a la mujer, haciéndole dar un pequeño salto hacia atrás.
—¡Cierra, corre!
Era el padre de Rangelus, el último Campeón de la Liga Pokémon, antes de que se cerrara, y todos los altos mandos, incluido él, desaparecieran sin dejar rastro.
—¡Estás vivo! —exclamó su esposa con una mezcla entre felicidad y desconcierto— ¿Cómo…?
—Lo siento, pero no hay tiempo para explicaciones, ¡tenemos que irnos ya! Hijo, prepara una maleta rápido, vas a hacer un viaje muy largo.
Rangelus le hizo caso sin decir una palabra, quizás porque aún no había asimilado la situación. Intentó coger lo más básico para un «viaje muy largo» y, aunque no estaba en condiciones de discernir qué necesitaría, consiguió hacer una maleta más que decente.
Pocos segundos después de que decidiera que ya había terminado, llegó su padre a su habitación.
—¡Darmanitan! —El Pokémon salió de su Honor Ball—. Usa excavar y lleva a Rangelus a Ciudad Carmín. Hijo, sobre la entrada de la cueva Te… Diglett… te estará esperando un Fearow súbete a él. Cuando llegues a tierra, encontrarás a un amigo mío. Mucha suerte.
El Darmanitan empezó a excavar en el suelo de la habitación y Rangelus le siguió sin decir nada.
—Xatu, síguele de lejos, que nadie te vea.
jueves, 14 de agosto de 2014

Capítulo VI: Zere (II)


Aún era temprano para estar en la calle, más aún un día sin entrenamiento. Las calles estrechas estaban a oscuras, prácticamente todo el puerto lo estaba; tan solo la avenida principal, que conectaba el edificio de la tercera guardia y el campo de entrenamiento con la catarata al oeste y el edificio principal de la Guardia al este, y algunas calles colindantes algo más anchas disfrutaban ya de la luz del sol.
lunes, 11 de agosto de 2014

Capítulo V: Zere

—¡Ey!, vas de fracaso en fracaso —le dijo una voz que identificó como la del joven Éleon, el Éleon que soñaba con ser Guardián y ser el mejor de todos.
Éleon meditó aquella frase, meditó sobre la voz que la pronunció —podía incluso imaginar al Éleon adolescente de pie frente a él, avergonzándose del fracaso de hombre que aún no se había atrevido a levantar las manos del suelo—, y meditó lo que diría después.
viernes, 8 de agosto de 2014

Capítulo IV: Padre e Hijo (II)

Myall sintió cómo, de repente, sus pies se paraban y la garganta se empezaba a comprimir. Estuvo a punto de soltar su espada, pero consiguió aferrarla aun cuando sus pies dejaron de tocar el suelo. Con la otra intentó soltarse de lo que le estuviera presionando la garganta, pero no había nada; tan solo un diabólico niño a unos metros bajo él, disfrutando de la muerte de dos personas que ya murieron una vez.

Solo soy una escritora novata pero, como dijo el gran Richard Bach: «un escritor profesional es un amateur que no se rinde», y no pienso rendirme.

Nulla dies sine linea

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